"Aborrezco ser el adorador de los Devas; me confieso adorador de Mazdah, como seguidor de Zarathustra, enemigo de los Devas, confesor del Señor, alabador de los bienhechores inmortales. Al Sabio Señor prometo todo bien, todo lo mejor que existe; a él, el Bueno, el Benévolo, el Justo, el Magnífico, el Espléndido, de quien se origina la vaca, de quien viene la ley, las luces celestiales, con las cuales se uncen los goces de la felicidad. Escojo para mí la santa y la buena docilidad; ella debe pertenecerme. Reniego del hurto y de la rapiña del ganado, del saqueo y de la devastación de las aldeas de los adoradores de Mazdah. Concedo libre entrada y permanencia a los moradores de mi casa, y lo mismo a los animales domésticos con quienes habito sobre la tierra. Prometo a los hombres justicia con la debida reverencia: de ahora en adelante no saquearé, ni devastaré las aldeas de los mazdeos, ni condescenderé con el amor al cuerpo y a la vida. Confiésome mazdeo, discípulo de Zarathustra con voto y confesión. Prometo pensar bien, hablar bien y obrar bien".
(Fragmento del Yasna 12. I, contenido en el Avesta)
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